Entrada Actualizada el 30 de diciembre de 2019
Ahhh, la vida: Ese relleno sin sentido existente entre nacer y morir. Un accidente demasiado hermoso que debe apreciarse a toda costa, como encontrar puesto en un bus lleno.
Y es que eso es básicamente la vida: un viaje en un bus de servicio público: No tiene ningún sentido, algunas cosas dependen del azar y puede arrepentirse de algunas decisiones que tome en su interior. Es por este último punto que los seres humanos que estamos vivos llegamos a ciertos acuerdos y creamos leyes que evitan que una persona, con sus pésimas decisiones de vida, nos incomode en este viaje.
Y como Colombia es un país que padece constantemente las consecuencias de las desastrosas decisiones de vida que toman algunos de sus habitantes, es que hoy quiero poner a su consideración este humilde escrito, a fin de advertir sobre seis decisiones de vida que se toman a la ligera, o aplicando una lógica cortoplacista, que después pueden salir muy costosas tanto legal como económicamente.
Primero: No haber aprendido a leer bien en la juventud: Leer bien no sólo te va a evitar ridículos, sino problemas legales por cuenta de malos entendidos: Desde conflictos contractuales por no leer «la letra pequeña» de un contrato hasta malas interpretaciones de la ley que te podrían llevar a la cárcel (algo común entre representantes legales de empresas y algunos jueces).Ahora, leer bien no es sólo saber interpretar lo que se está escribiendo, sino saber interpretarlo SIN SESGOS ideológicos o con el simple deseo. Es triste ver como algunas personas se endeudan por no saber interpretar lo que el Banco les estaba ofreciendo, dado que sólo se dejaron llevar por las letras grandes y coloridas que aparecían en el anuncio sin ponerle cuidado a las letras negritas y diminutas que, por Ley, deben aparecer en ese mismo anuncio.
Segundo: Contraer matrimonio joven y/o no usar protección al momento de tener relaciones sexuales de adolescente. No se puede pretender que los adolescentes, por más que crean en el amor, vayan a sortear todos los problemas que el matrimonio trae consigo, que lo hacen parecer más un invento del demonio. Pero a pesar de esto, y salvo por algunas excepciones, los matrimonios celebrados entre adolescentes (menores de 18 años) o entre un adulto y un adolescente, son válidos legalmente, pero tienden al fracaso. Cuando estos fracasos llegan a los estrados judiciales, como abogado puedo decirle que es más difícil solucionar estos problemas porque casi siempre terminan habiendo menores de edad de por medio. (y no sólo me refiero a los cónyuges, sino a sus hijos que tuvieron por puro y físico amor).
Así que una persona que quiera enredarse tan joven con alguien mucho mayor, debería de hacerse estas preguntas: ¿Quiere tener a un pedófilo en su familia? (si se es mayor de 18 años y se pretende organizar con alguien de menos de esa edad es pedófilo, punto) ¿Cree que podrá enfrentar un proceso de separación de bienes y de asignación de custodia y cuidado personal de un menor cuando sus amigos de su misma edad están disfrutando de su juventud? ¿Está dispuesto a enfrentar todos los gastos que implica tener una familia cuando se ha pasado gran parte de su existencia viviendo a costa de sus papás? ¿Cree tener la madurez mental necesaria para enfrentar la responsabilidad de un matrimonio? (si respondió «Si» a esta pregunta, y es adolescente, entonces NO la tiene). ¿Está dispuesto a verle la cara, en los mejores años de su vida, a una persona con la cual terminará de pelea, sólo porque los une un pequeño error llamado hijo? ¿Se ve haciendo en sus mejores años una fila en una Notaria para tramitar un inventario solemne de bienes para poderse casar con quien, muy seguramente, si será el amor de su vida? (porque en algún momento le va a tener que atinar en ese sentido)
Agreguemos a esto que en la adolescencia pocos, por no decir ninguno, tiene el criterio para escoger bien a quien será la pareja para toda su vida, de modo que, si es católico, se corre el riesgo de tomar una decisión frente a la cual no habrá punto de no retorno, dado que si se casa por lo católico, y luego se separa de su pareja, no podrá casarse bajo ese mismo rito hasta que no consiga la nulidad del matrimonio. Y como ya vimos, la nulidad del matrimonio ni es tan fácil de conseguir como un divorcio ni tampoco tiene unas causales claras.
El manejo de los hijos no deseados, desde un punto de vista jurídico, es aún peor que lidiar con una pareja tan joven. Sólo queda decir en este aspecto que usted se arriesga a enfrentar posibles abusos del derecho por parte del otro padre de sus hijos, de los cuales ya hablé en este espacio, y por demás está arriesgando todas sus posibilidades de ascenso en la escala social, como quiera que un hijo pondrá su camino en la vida cuesta arriba.
Con todo lo antes dicho no quiero decir que una persona que se case joven, o que tenga hijos jóvenes (joven, entendido como menor de 18 años), vaya a fracasar en la vida, sino que simplemente tendrá todo más difícil que quienes evitaron esa clase de situaciones.
Tercero: No animar a los padres a que dejen un testamento. El testamento, junto con el fideicomiso civil y las sucesiones en vida, son figuras indispensables para repartir su patrimonio entre sus descendientes en caso de muerte. La falta del mismo somete a los herederos a un proceso judicial engorroso del cual pocos salen contentos, de modo que algunas familias terminan divididas (o matándose unos a otros) porque el muerto se fue sin haber dejado las cuentas claras. Por demás, si algo he aprendido en mi ejercicio de la abogacía es que el dinero no cambia a las personas, sino que saca lo que realmente son. Y como nadie sabe quién es una persona realmente, es mejor tomar ciertas prevenciones para evitar malos ratos y no dañar la convivencia entre sus descendientes. Bueno, eso, o simplemente asegurarse de no dejarles absolutamente nada, ya que la ausencia de bienes es la mejor medicina contra las peleas familiares.
Cuarto: No prestarles más atención a las clases de matemáticas en el Colegio. Las matemáticas lo son todo en este mundo. Y lo son también en derecho. Pero no sólo porque a los abogados también nos toque hacer operaciones matemáticas y uno que otro cálculo difícil, sino por el manejo de herramientas de sentido común, como el razonamiento abstracto, que las matemáticas estimulan. Así las cosas, una dosis de lógica matemática le servirá para interpretar mucho mejor las leyes, interpretar situaciones con sentido crítico y saber interpretar cuando una situación es realmente similar a otra y, por ende, está sujeta a la misma solución. Y no sólo eso, sino que también le evitará que su empleador, los bancos y las entidades que cobran impuestos le den en la nuca, ya que en Colombia las leyes que implican operaciones aritméticas son las que están peor redactadas (a pesar de sólo referirse a cálculos con operaciones básicas) y las que más se utilizan para engañar al ciudadano de a pie. Ahora, si insiste en que no le gustan las matemáticas, entonces sígase quejando de que los impuestos son muy altos sólo por no saber restar un costo o una deducción, sígase quejando de que el salario no le alcanza sólo por no organizar un presupuesto, sígase quejando de las tasas de interés que cobran los bancos sólo por no saber lo que es un interés compuesto.
Quinto: No aprender a separar los negocios de la amistad. Cuando no se separan los negocios de la amistad, se corre el riesgo dejar esos negocios en un limbo jurídico que, posteriormente, será el caldo de cultivo para que se dañe esa amistad. Y es que no podemos olvidar que una de las razones por las cuales Colombia es un país tercermundista y condenado al fracaso perpetuo se debe a que, en su gran mayoría, en este país las personas siempre quieren sacar el mejor provecho de todo, aun si es a costa de pasar por encima de una amistad. Como consecuencia, en mi calidad de abogado he visto como amistades de años fracasaron por contratos de compraventa «de palabra» y los riesgos que ello implica, por contratos de arrendamiento que terminaron en desalojo porque el arrendatario creyó que se iba a poder quedar sin pagar sólo porque el arrendador era el «amigo del alma», por situaciones de endeudamiento sólo por servirle de codeudor a ese amigo entrañable pero con historial de mala paga y poca capacidad de pago, y así sucesivamente. Todo esto sin mencionar en lo que ocurre con la falta de un protocolo de familia en las empresas familiares, o el exceso de confianza que termina en abusos. Mi consejo como abogado es entender que en cualquier acto jurídico no existen los amigos, sino partes. Y que cada parte en un acto jurídico tiene derechos y obligaciones establecidas en las leyes y en el contrato que suscriban, los cuales tienen como finalidad evitar justamente que se dañe la amistad.
Sexto: No haber adquirido un seguro, cuando se tuvo la oportunidad de hacerlo. Los seguros son productos que, intrínsecamente, no valen nada. Por tanto, es natural sentirse estafado cuando se paga tanto por «un simple papel» que sólo le garantiza unas coberturas si ocurren hechos que pueden que no ocurran. En últimas, un seguro es una apuesta, una simple lotería. Pero ese pensamiento, fuera de ser injusto, es excesivamente optimista, ya que un seguro se adquiere para, justamente, nunca tener que usarlo. Los seguros se adquieren como un comodín que ayuda a que las consecuencias de ciertos actos aleatorios sean un poco más llevaderas. Por tanto, es completamente obvio que alguien que atropella un peatón, ve cómo se quema su casa, o ve como el único sustento del hogar fallece dejando un montón de deudas, se arrepienta de no haber adquirido una pinche póliza de seguros que sólo tenía que pagar anualmente mientras enfrenta situaciones que lo llevarán a, en algunos casos, desprenderse de todo lo que tiene.
Espero que esta entrada sea de utilidad para todos mis lectores, a fin de que sean un poco más conscientes de sus decisiones de vida y de la importancia de tener siempre presentes los riesgos jurídicos y económicos de los quehaceres de la vida.
3 respuestas a “Como abogado, sé que te arrepentirás de estas seis malas decisiones de vida”
Es difícil encontrar a gente con conocimientos sobre este mundillo , pero creo que sabes de lo que estás escribiendo. Gracias compartir un articulo como este.
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Muy, muy interesante: decisiones de vida o de.. muerte, que infortunadamente se convierten en «metidas de pata», pero que solo ahí lo sabemos, no antes..porque antes (de la metida de pata) no hay poder humano, ni divino, que nos haga (o les haga) entrar en razón. Los espejos, tampoco funcionan. El ejemplo familiar, los valores y el amor incondicional de padres a hijos, eso sí funciona. Amor y ejemplo.
Muchas gracias
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Muchas gracias Dr. Juan Carlos. Ciertamente con sabiduría has hablado. Un abrazo.
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