Si la implicada en este caso no hubiera sido Vicky Dávila, los abogados del país no saldrían corriendo en bandada a alabar este esperpento jurídico que veremos hoy.
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El violador eres tú y la libertad de expresión
Esta pequeña reflexión la hago a raíz de un enfrentamiento que tuve ayer con una feminazi en Twitter, quien me comenzó a insultar por cuenta de la defensa que hice de unos jugadores que parodiaron la canción «Un violador en tu camino», que si bien fue creada como un tema de protesta ante los innegables abusos, abandono estatal, e injusticias a los cuales son sometidas las mujeres en el mundo hispanoparlante, ha sido bailada también por hombres que consideran que la coreografía y el ritmo de la canción son pegajosos.
Obviamente, a esa feminazi le respondí de vuelta con la contundencia debida y el trato que merecen feminazis, fanáticos religiosos, petroñeros y uribestias por igual (dadas sus posturas fanáticas). Sin embargo, y esta es la razón de este escrito, lo que más me sorprendió de la discusión es la manera tan equivocada como se aproximan estos fanáticos a la libertad de expresión, como si no supieran cómo funciona. Incluso, un individiuo que intervino en la discusión entró a citarme conceptos sobre la libertad de expresión, obviamente descontexualizados, para practicamente insinuar que quien se burle de esa canción es complice de las violaciones que ellas están denunciando. Esto último no deja de ser una postura tipo: O estás con nosotros o estás en contra de nosotros.