Quiero hablarles de este libro que leí recientemente y que les recomiendo si quieren entender un poco el porqué del estado de cosas que vivimos con la justicia de este país.
¿Ya fallado la idea del constitucionalismo del siglo 18?
Para Roberto Gargarela así es. En su libro «la derrota del derecho en América latina», el autor considera que las constituciones de América latina surgieron como pactos de unas élites, en el marco de unos procesos históricos, que nunca incluyeron al pueblo y nunca respondieron realmente a sus intereses. Esto ha llevado a que las élites más poderosas gocen de mejores canales de comunicación con los gobiernos, que con el pueblo, y que el pueblo perciba a sus políticos como inalcanzables, de modo que se crea un vacío representativo que está siendo llenado por alternativas populistas, sean de ultraderecha o socialistas.
Esta postura la desarrolla Gargarela a partir de cinco tesis, donde resume y explica las fallas del viejo constitucionalismo:
1. El deterioro de la representación política, ya que el sistema fue diseñado para que gobiernen las mayorías, más no que los sectores sociales no se opriman mutuamente.
2. La degradación del sistema de controles, que para el autor se debe al elitismo inherente en la rama judicial, que lo somete a las élites e impide que exista un sistema judicial enfocado en la igualdad. Por ello, muchos jueces, al momento de fallar, simplemente toman las decisiones de antemano y luego buscan la teoría interpretativa que la justifique.
3. Fallas en los controles externos: el voto terminó convertido en una forma de castigar a algunos candidatos y es personalista. No se vota por políticas sino por personas.
4) La «disonancia democrática» y el quiebre interno de la Constitución: los problemas del constitucionalismo serían de carácter estructural, es decir, originados en el momento de su diseño, el mismo que nacería con desconfianza democrática por la desestabilización que podrían provocar las masas al momento de manifestarse. Ante esta situación se presentaría la denominada «disonancia democrática», es decir, el momento en el cual el viejo entramado institucional se enfrenta a un contexto más complejo en el que existiría un despertar democrático de la sociedad excluida que busca ser parte de la distribución del poder. Esa es la razón por la cual los intereses del pueblo chocan con los intereses de una élite ultra conservadora, que incluso niega los derechos humanos de los ciudadanos.
5. La autonomización de las élites de gobierno en contextos de «erosión democrática» el poder es hiperpresidencialista, lo que en últimas lo convierte en un régimen autoritario donde el legislativo es débil y el sistema judicial es servil. Pará preservar el poder, estos regímenes usan los derechos como soborno, en donde las élites comienzan a otorgar derechos para que no los molesten, citando algunos casos de ejemplo, como lo ocurrido en Ecuador con Rafael Correa y los indígenas.
Al final, el autor resume al nuevo constitucionalismo en un viejo constitucionalismo donde el poder está concentrado y los derechos están expandidos.
Como solución, el autor propone una conversación entre iguales, que incluyan la mayor cantidad de «posibles afectados» para contar con información, puntos de vista y demandas de todos los involucrados, ello con base en procesos que cumplan con al menos dos requisitos: por un lado, que se traten de espacios de diálogo y debate y, por otro lado, que no existan poderes discrecionales que puedan imponer el inicio o la conclusión de la discusión (Cfr, p. 70-71).